El instinto dicta el deber y la inteligencia da pretextos para eludirlo.
El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.
En cuanto somos desdichados, nos volvemos morales.
Los celos no son corrientemente más que una inquieta tiranía aplicada a los asuntos del amor.
Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para un hombre.
Los recuerdos comunes son a veces los más pacificadores.
Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados como mal hechos los labios.
Seamos agradecidos con las personas que nos hacen felices, ellos son los encantadores jardineros que hacen florecer nuestra alma.
Sólo se ama lo que no se posee totalmente.
Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo.