La paz existe, no cabe duda, pero no una paz que viva continuamente en nosotros y que no nos abandone. La única paz que existe se conquista una y otra vez con luchas incesantes y hay que reconquistarla día a día.
A quien el destino le acomete desde fuera, lo mata, como mata la flecha al animal. A quien el destino le viene desde dentro, desde su ser más íntimo, a ese lo reconforta y lo convierte en dios.
He estudiado muchos filósofos y muchos gatos. La sabiduría de los gatos es infinitamente superior.
El tiempo es el único capital de las personas que no tiene más que su inteligencia por fortuna.
Vivir tranquilo en la fuerza de mi palabra, es mejor que todos los garabatos de todos los notarios de París.