Ahora las torturas se llaman «apremios ilegales». La traición se llama «realismo». El oportunismo se llama «pragmatismo». El imperialismo se llama «globalización». Y a las víctimas del imperialismo se las llama «países en vía de desarrollo.
En su vida un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol.
Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen...
El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar...
Si un libro se puede leer impunemente, no vale la pena tomarse el trabajo. Cuando los libros están de veras vivos, respiran; y uno se los pone al oído y les siente la respiración y sus palabras son contagiosas, peligrosamente, cariñosamente contagiosas…
A vosotros y a mí se nos dice cada vez más que tenemos que escoger entre izquierda o derecha, pero me gustaría sugerir que no hay tal cosa como izquierda o derecha. Sólo hay arriba o abajo -arriba hacia un sueño viejo como el hombre; la libertad definitiva compatible con ley y orden- o abajo hacia el totalitarismo de hormiguero, e independientemente de su sinceridad, sus motivos humanitarios, los que cambiarían nuestra libertad por seguridad nos han embarcado en esta trayectoria hacia abajo.
Se busca a los secuestradores de países, se busca a los estranguladores de salarios y a los exterminadores de empleos. Se busca a los violadores de la tierra, a los envenenadores del agua y a los ladrones del aire. Se busca a los traficantes del miedo.