En las desventuras comunes se reconcilian los ánimos y se estrechan las amistades.
Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, que por lo que de él mismo nos da.
La abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aún de las malas, se estima en algo.
La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre nada sobre la mentira como el aceite sobre el agua.
Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.