El silencio es infinito como el movimiento, no tiene límites. Para mí, los límites los pone la palabra.
A veces, una separación prolongada, a la vez que amortigua los rencores despierta la amistad.
El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.
Cuando nos vemos al borde del abismo y parece que Dios nos ha abandonado, ya no vacilamos en esperar de él un milagro.