La guerra está perdida; pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejaban.
Cuando los españoles puedan emplear en cosa mejor este extraordinario caudal de energías (...) sustituirán la gloria siniestra y dolorosa de la guerra. Y entonces se comprobará, una vez más, lo que nunca debió ser desconocido por los que lo desconocieron: que todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo río.
La libertad no hace ni más ni menos felices a los hombres; los hace, sencillamente, hombres.